que llenaban la noche
serpenteaban sobre los cristales.
Los hielos resolvían
un problema geométrico,
disolviéndose en llanto.
El saxo se alargaba,
inundando los sueños,
en un sordo lamento vacilante.
Se aguzaba la aguja
de la herida trompeta,
ahincándose en la carne.
Y seguía, seguía,
obsesionado y lento,
el contrabajo.
La sonrisa eran dientes
grandes y desasidos,
brillando en la tiniebla.
Paz Díez Taboada
La Imagen del día: Recordando este episodio poco apetecido por las cadenas de televisión, claro... más allá de elevarse con el Jazz piensa que el saxo sería una buena pipa para su Cannabis Sativa...el buen Homero...me alegro volver a encontrar este capitulo.
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