Para Blanca Mateos, por sus desvelos e insomnios;
Por hacer de la poesía panes repartidos.
3
Nos sumergimos en cada instante
En el tiempo: Espejo creciente
Que nos revela, nos niega o asedia.
La noche se convierte en libélulas,
En trompetas de ceniza u hollín.
El Blues deslumbra con su luto.
La luna, silba con su insomnio alucinante
Entre las sabanas del cierzo.
Somos pájaros, astros, oráculos
De esa vida que siempre abre balcones
Al aguacero del escalofrío,
Al delirio profundo de los sueños.
Una palabra nos desgarra:
La palabra mundo.
Mundo de aquí sin afeitarse,
Mundo de la indiferencia,
Mundo diluyendo los años,
Mundo del relámpago,
Mundo que se hace noche
Mientras la imagen de la ciudad nos extravía
Con sus pesadas piedras
Y sus pájaros moribundos.
Una palabra, sin embargo,
Se hospeda entre escombros:
la palabra poesía
Que abre sus ojos aleteantes tras las ventanas.
ANDRÉ CRUCHAGA
martes, 28 de abril de 2009
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